LA CAÍDA
Guillermo Marín
Era hermosa. Llamaba la atención siempre; como una pintura de Bruegel. Estábamos en el centro de la ciudad; huíamos de no sé qué mala película y paramos en la Richmond a beber algo. Yo te dije que había escrito un libro, biografía histórica, o algo así. Ahí comprendí que la soledad de un escritor es tan eterna como tu belleza. Hablamos de algo que no recuerdo y salimos a tomar un taxi. Bajamos en Retiro. Subimos a un tren. Después estoy en blanco absoluto. Ahora siento el acero de las vías, el olor a aceite rancio. De no ser por la caída, la billetera que se va en las manos de un chico con la cara emboscada, estaríamos amándonos en un hotel. En tu bolso llevas mi libro, obra menor de un autor menor. ¿Adónde vas con tanto apuro?
1 comentario:
Tantas vidas truncadas por circunstancias semejantes, tan triste...
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