QUINTO MANDAMIENTO
Roberto Ortiz
Cuando Utópico pensó que la historia no daba para más, se encontró con Don Conejo que acababa de asesinar a sus seis mujeres. Ojo: mujeres de verdad, traídas especialmente de Sonora, Méjico. Tres días se dedicaron a recolectar firmas para poder postular al título extinto de Rey de la Selva. No está demás decir que Don Conejo fue el único candidato. Por lo bajo recibieron dólares del narcotráfico y de la prostitución de menores en el África y en la Casa Blanca. Y por si fuera poco, se aliaron secretamente con la CIA y el Pentágono en aras de esterilizar a las conejas (a las verdaderas, no a las de Playboy).
Vanas maniobras, sin embargo. Aquellas liebres de marzo murieron con los primeros escopetazos. Y como suele suceder, sólo escapó Utópico… ay… la perniciosa falsa utopía.
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