Había una vez un joven que estaba muy celoso de una muchacha bastante voluble.Un día le dijo:
-Tus ojos miran a todo el mundo.
Entonces, le arrancó los ojos. Después le dijo:
-Con tus manos puedes hacer gestos de invitación.
Y le cortó las manos.
“Todavía puede hablar con otros”, pensó. Y le extirpó la lengua. Luego, para impedirle sonreír a los eventuales admiradores, le arrancó todos los dientes. Por último, le cortó las piernas. “De este modo -se dijo- estaré más tranquilo”. Solamente entonces pudo dejar sin vigilancia a la joven muchacha que amaba. “Ella es fea -pensaba-, pero al menos será mía hasta la muerte”. Un día volvió a la casa y no encontró a la muchacha: había desaparecido, raptada por un exhibidor de fenómenos.
3 comentarios:
Un celoso jamás podría estar en paz. Pase lo que pase con la muchacha.
Un celoso es capaz de eso y más.
Escalofriante e inquietante.
Pensé "por fin ella será libre"... pero no. Mal final para todos. Excepto para el exhibidor de fenómenos.
Publicar un comentario