La cigüeña entró por la ventana y se disponía a dejar el bebé sobre la cama cuando la sorprendimos. La invitamos a cenar como un gesto de agradecimiento y luego mi esposo le ofreció una copa de vino. Después pasaron a ron y luego a whiskey. A la hora de partir, ebria e incapaz de caminar, tuvo que volar casi inconsciente hasta la puerta. Allí le pusimos nuevamente el bebé en su largo pico y dejamos que se marchara.
No habíamos pedido una niña.
Tomado de http://cuentominicuento.blogspot.com/
No habíamos pedido una niña.
Tomado de http://cuentominicuento.blogspot.com/
Imagen: Woman de Marcial Farfán
Sobre el autor: Alejandro Ramírez Giraldo
3 comentarios:
Y desde entonces la cigüeña adquirió el hábito de equivocar el sexo del bebé para que le invitaran los tragos.
No me había imaginado semejante final...
Este cuento está muy chévere. Me sacó una sonrisa.
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