domingo, 7 de febrero de 2010

Testigo lúcido - Maria Fabiana Calderari


Mi ojo izquierdo, testigo lúcido, pudo verlo todo.
Comenzada la batalla, las piezas caían, una a una. Se arrinconaban, se desmoronaban, desaparecían.Como heraldos valientes surcaban la nada y retornaban a sus puestos de combate, tras fecundos esfuerzos.
Una a una, se encorvaban, atemorizadas, sorbidas por la más extrema oscuridad. Finalizado el acto, tan solo podía divisarse algún vestigio carcomido, en firme posición.
—Necesita más aumento, señora —concluyó el oculista, luego del examen.

2 comentarios:

Florieclipse dijo...

El final inesperado es buenísimo.

MARIA FABIANA CALDERARI dijo...

Muchas gracias Florieclipse. Saludos cordiales.