sábado, 13 de noviembre de 2010
¡A comer! - Samanta Ortega
Como de niño no había manera de que comiera y en la casa la mayoría de las veces había puré, la madre desesperada transformaba la bola de patatas en una niña. Si hacía hamburguesas o cualquier otra cosa, también le daba la misma forma porque era la que mejor le salía: Y ahora, le comemos la pierna, ¿ves, qué rico?
El problema fue cuando empezó a manejar los cubiertos solo.
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