Las llamaban Tokio, New York, Buenos Aires. Quienes las construyeron estaban empecinados en llegar al cielo. Dicen que tienen capa sobre capa de cemento. Y de tierra también. Y que por eso colapsaron. Nadie sabe qué será de ellas en 1000 años. Hoy son inhabitables, y a la vez son las mayores atracciones turísticas. Hacia ellas parten y se pierden distintas expediciones. Viajeros de todo el mundo entrenan para soportar las inclemencias. Dicen que no se puede respirar. Que el ruido es ensordecedor. Que para dormir hay que atarse tres veces y boca abajo. Que si algo se cae o se tira puede destruir las ruinas de cualquier edificio antiguo y colapsar el santuario. Dicen que nadie ha vuelto. Dicen que los pocos que han vuelto fueron confinados. Dicen, también, que nadie quiere volver. Mañana partimos hacia Buenos Aires. Confió en regresar.
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