Cae la noche sobre el rancho vacío en medio de la llanura. No hay caballos, ni perros que ladren, ni campos sembrados, ni caminos.
El hombre que imagina el rancho envuelto por el silencio y la penumbra, no logra hallarse él mismo dentro de la escena. Y esto lo lleva a sospechar, llega incluso a dudar de la realidad de su cuerpo, de la cama en la que está tendido, del rancho, de la llanura, de la noche que sigue cayendo y que lo arrastra con ella, desintegrándolo de vértigo por el abismo del sueño hasta otro día.
Tomado del blog Poesía y Microficción
1 comentario:
Excelente imagen, Federico. Muy buen cuento.
Saludos.
Javi.
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