Cada vez que levantaba la mirada todo me recordaba a ella. Sobre todo las nubes, que frente a mis ojos, se convertían en imágenes improvisadas de una relación ya pasada. A veces, sobre el cielo, ella me besaba, me acariciaba o me miraba cómo queriéndome decir algo. Después, con las primeras lluvias, descendía resbalando entre los rincones de mi cuerpo hasta que mojaba mis labios. Horas más tarde, se dispersaba entre los caminos infinitos de la ciudad y por último, volvía a abandonarme huyendo hacia arriba otra vez más.
Por suerte, han dicho en la tele que mañana regresan las lluvias.
1 comentario:
Otro relato rayano en la poesía. A mi me gustan. Este en especial, mucho.
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