VENTANA AL VERANO
José Vicente Ortuño
Por la ventana abierta entraba el calor sofocante del verano mediterráneo. Vicente daba vueltas en la cama intentando, sin resultado, conciliar el sueño y que el sudor que lo cubría se evaporase.
La noche no permanecía en silencio. Un grillo solitario, perdido en la ciudad, chirriaba inasequible al desaliento. La música de la verbena de las fiestas patronales llenaba el aire con canciones horteras. El escape libre de un ciclomotor, pilotado por un descerebrado, crispaba los nervios a los insomnes. El rugido inexorable del camión de la basura, presagiaba la estela de olor nauseabundo a desechos putrefactos recalentados.
Se acomodó la almohada empapada y maldijo entre dientes al maldito verano y a las desastrosas vacaciones, que le hacían desear la llegada del odiado invierno.
José Vicente Ortuño
Por la ventana abierta entraba el calor sofocante del verano mediterráneo. Vicente daba vueltas en la cama intentando, sin resultado, conciliar el sueño y que el sudor que lo cubría se evaporase.
La noche no permanecía en silencio. Un grillo solitario, perdido en la ciudad, chirriaba inasequible al desaliento. La música de la verbena de las fiestas patronales llenaba el aire con canciones horteras. El escape libre de un ciclomotor, pilotado por un descerebrado, crispaba los nervios a los insomnes. El rugido inexorable del camión de la basura, presagiaba la estela de olor nauseabundo a desechos putrefactos recalentados.
Se acomodó la almohada empapada y maldijo entre dientes al maldito verano y a las desastrosas vacaciones, que le hacían desear la llegada del odiado invierno.
3 comentarios:
Y, sí, no hay p... que nos venga bien, je, je, je.
Creo que Ricardo quizo decir que algunos somo inconformistas. ¿O me pareció?
De su boca brotan verdades como poroto e'la chaucha, Dorelo.
Mire lo que le digo.
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