DE CÉSARES, NAPOLEONES Y BUSHES
Paola Cescon
Juanito se pone el pantalón, cierra la puerta de la pieza en donde Mimí atiende sólo a debutantes, y corre en búsqueda de su tío a quien encuentra embelesado con los pechos de una morena que le hacía arrumacos.
—¡Tanta alharaca por “esto”! — le espeta con la desilusión marcada en el rostro. El tío sonríe y paga a la Madama. Lo toma comprensivamente del hombro y salen. Caminan un par de calles hasta que un: —Sobrino, ya verás, es sólo cuestión de práctica —rompe el silencio. Juanito lo mira incrédulo. Recuerda cuando el tío le contó que, obnubilados por “eso”, muchos hombres habían torcido el rumbo de la historia.
—¡Tanta alharaca por “esto”! — le espeta con la desilusión marcada en el rostro. El tío sonríe y paga a la Madama. Lo toma comprensivamente del hombro y salen. Caminan un par de calles hasta que un: —Sobrino, ya verás, es sólo cuestión de práctica —rompe el silencio. Juanito lo mira incrédulo. Recuerda cuando el tío le contó que, obnubilados por “eso”, muchos hombres habían torcido el rumbo de la historia.
2 comentarios:
Sí, muchos han torcido el rumbo de la historia y a otros les han torcido parte de la anatomía jeje.
En pocas palabras, mucho contenido.
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