—¡O el chico está loco de remate o no sabe más que decir macanas! Pero yo voy a enseñarle lo que es bueno.
Eso repite el tipo cada vez que pongo en palabras lo que mis visiones cuentan.
Mamá no se atreve a contradecirlo ni a defenderme, el miedo siempre es más fuerte.
Para no lastimarla más, aprieto los labios y, como siempre, aguanto los correazos sin quejidos. Aunque sé que eso lo enfurece más.
Él, en cambio, ignora muchas cosas.
Una es que, al menos por ahora, ha logrado su propósito.
Ya no hablaré del futuro que, a veces, veo tan claramente.
Nada diré, entonces, de lo que le espera mañana cuando, en la taberna, un puñal le borde el pecho con sangre.
Y tampoco sabrá nunca por qué, a pesar del odio, del dolor, del castigo implacable, sonrío.
Eso repite el tipo cada vez que pongo en palabras lo que mis visiones cuentan.
Mamá no se atreve a contradecirlo ni a defenderme, el miedo siempre es más fuerte.
Para no lastimarla más, aprieto los labios y, como siempre, aguanto los correazos sin quejidos. Aunque sé que eso lo enfurece más.
Él, en cambio, ignora muchas cosas.
Una es que, al menos por ahora, ha logrado su propósito.
Ya no hablaré del futuro que, a veces, veo tan claramente.
Nada diré, entonces, de lo que le espera mañana cuando, en la taberna, un puñal le borde el pecho con sangre.
Y tampoco sabrá nunca por qué, a pesar del odio, del dolor, del castigo implacable, sonrío.
2 comentarios:
No hay nada más embriagante que saber algo que los demás no saben y más aún, si el que lo ignora es un enemigo. Excelente texto.
Excelente, con la dois de tensiòn, de densidad, y de relaciones al limite que terminan en "una sonrisa"
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