DUELO AL AMANECER
Jorge X. Antares
El duro pistolero miró a los ojos de su rival y en un segundo contempló en esa mirada de serpiente una eternidad de odio y corrupción que le produjeron nauseas. Se quedó petrificado. Todo se detuvo como si hubieran parado el tiempo. Nadie más que él, vio el cuerpo de su asesino compuesto por cucarachas que se alimentarían con su cuerpo moribundo. En ese momento notó el impacto en su pecho y vio gotas carmesíes flotando en el aire.
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