A RAS DE SUELO
Jorge X. Antares
Siempre había recibido el desprecio de los demás. Ser enano presupone un continuo asedio mental por aquellos que le recordaban con sorna que no daba la talla. Las miradas, el apartarse de él como un apestado. No había ningún momento en que desconectar el dolor. No es extraño que cuando cayó en sus manos esa lámpara maravillosa, su primer deseo fuera para toda la humanidad. Los hizo, igual que Dios, a su imagen y semejanza.
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