Un joven fue condenado a repasar las vitrinas de un Museo de Ciencias Naturales por haber logrado enseñar a las mariposas muertas a recobrar su capacidad de volar. Se sabe que las mariposas muertas tienen un vuelo demasiado errático, escaparon y sólo fue posible rastrearlas con un can adicto a la naftalina, el que con paciencia perruna fue hallándolas una a una hasta completar el cajón faltante. El joven debió, además, molerle algo de naftalina al perro para que pudiera doparse con el producto, a guisa de premio consuelo.
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