Carnes II - Esther Andradi
Verdad es que también existen aquellas carnes andróginas, y una que otra asexuada, tierna como recién nacido. Entre las primeras, qué duda cabe, están todas las formas de los lomos exceptuando aquellos fuertemente aderezados -con pimienta por ejemplo- que me retrotraen indefectiblemente a la imagen del hombre del camión.
Entre las segundas, el insípido pollo y algunas variedades de pescados.
¿Los mariscos? Esos tienen todos los sexos y aun los que no tienen nombre, toxinas incluidas, sazonando la moral y el rito de chupar y sorber el laberinto de sus interiores. Como decía Proust -“con todo el pasmo y el dolor del amor"-.
O como dijo alguna vez una analista querida: "-No se preocupe por sus opciones sexuales. Los pansexuales como usted, no conocen reglas-".
Igualito a los mariscos.
Publicado en Come, éste es mi cuerpo, Buenos Aires, Ediciones Último Reino, 1997.
Tomado de: http://ficcionminima.blogspot.com/
Fotografía: de Andrés Caballieri
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