En apenas una hora, colmó sus ojos de imborrables imágenes televisivas, una vez más. El gol de Maradona a los ingleses en el ’86, un viaje en el tiempo a bordo de un De Lorean DMC-12, el grito de victoria de Balboa abrazado con Adrian, los desopilantes disparates de Balá, un concierto rimbombante de Madonna, la sensual apertura de piernas de Sharon, la llegada del hombre a la Luna, el vuelo en bicicleta de un niño y su extraterrestre, la ternura del Chavo y sus vecinos, y las últimas hazañas de James Bond, se mezclaban ordenadamente en la pantalla, a su gusto y demanda. Qué belleza, cuántos recuerdos, pensaba. Mientras Sam tocaba el piano en Casablanca, el televidente cerró los ojos con lentitud. La música siguió sonando por un largo rato, aunque él, desde su cama cada vez más fría, la dejó de escuchar.
Tomado de http://livingsintiempo.blogspot.com/
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