Me atacó con piedras, me defendí con lanzas y flechas, pero usó cañones y contesté con artillería pesada, me envió tanques y los destruí con mi aviones de combate. Mis portaviones tuvieron la supremacía hasta que desplegó sus submarinos.
Miles de misiles intercontinentales se cruzaron con los suyos. Todo se destruyó, no quedó ninguno de nuestros soldados, unos seres inservibles que apenas sirven para un poco de diversión.
Es un juego raro, parece que nadie nunca gana, pero esperamos unos pocos miles de años y la nueva partida comienza.
Sobre el autor: Carlos Feinstein
1 comentario:
Potente, duro y... real. Me gustó esta mini de Carlos.
Un saludo.
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