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Iblis estaba cansado de matar ángeles musulmanes. Todos eran jenízaros de primera que combatían con las cuatro garras y tenían en las alas cuchillas afiladas de antimateria que desgarraban y desaparecían a sus soldados Íncubos. Lo peor era que violaban inmediatamente después a los Súcubos a su mando y engendraban nuevos soldados que salían diez mil por cuerpo preñado, destrozando de paso a la madre. Iblis estaba cansado de matarlos por oleadas para ver como en milisegundos volvían a nacer y atacar con esa ceguera de los que seguían a Dios bajo el nombre de Alá. Entonces pensó en desertar y de inmediato fue bajado de rango por su cobardía y volvió a ser un Súcubo listo para quedar embarazado. ¡Alabado sea el nombre de Alá!
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