No habrá oraciones en mi entierro, sólo los salmos antiguos que adjunto a esta carta. No habrá plegarias, pero podrán venir los reyes y los sacerdotes a llorar por mi. Quiero un panteón de mármol, sin imágenes ni inscripciones, con mi tumba en el centro. Quiero canciones cuando llegue el invierno. Quiero olor de incienso, con aroma de almizcle. Quiero trece velas a mi alrededor, siempre ardiendo. Quiero las más hermosas doncellas del templo velen mi féretro, que se turnen para que en mi panteón siempre haya alguna virgen. Y la tapa debe abrirse desde dentro, para cuando tenga hambre.
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