La mano que se mece en la cuna y apoya la frente de un dedo sobre la almohada que no tiene aún siestas proyectadas escucha cómo sus dedos entonan un preludio de piano en el sueño que sueñan las comadrejas alcoholizadas. El buen pastor, que cobija los lobos para que no se enfermen y puedan perseguir sus ovejas y él mantenga el puesto de trabajo. La cuna es partida al medio por la luz de una luna de mercurio en el mar de donde saqué estos versos que ahora me escondió la mano en esa lucerna que tiene un sonido escondido bajo candados que al abrirlos suenan como el preludio que tocan los dedos de mi mano que mece la cuna y entonces quiere decir que mientras me hamacan alguien abrió el último candado: escaparon los sonidos y las otras cosas guardadas.
Imagen: René Magritte, "Le chef d´oeuvre"
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