
Hermoso es, también, lo inalcanzable. Por eso las amamos: por ser todo lo que no somos. Con extrañeza nos enteramos que ellas también aman cosas de este mundo. Retrocedemos con asco ante lo que nos enseñan las hadas etéreas, inmortales, incorruptibles...
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Tomado de http://zarate.blogspot.com

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