Una mosca me persigue por toda la casa. Me observa, me detalla, me estudia. Vuela a mi alrededor en la cama, el baño, el sofá, la cama y el comedor. Estoy desesperado y todos mis intentos por eliminarla han sido en vano.
A primera hora de la mañana fingí un dolor estomacal y me instalé hasta mediodía en el baño. Se aburrió de la misma posición, de la adormecedora inactividad, y se marchó a otro lugar. Luego la busqué en silencio y la sorprendí debajo de la cama cuando dos diminutos seres abandonaban confiados la nave nodriza.
Sobre el autor: Alejandro Ramírez Giraldo
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