No le dirijo la palabra. Me hago el dormido pero exploro mentalmente todos los movimientos que hace, porque no sé si le provoco rechazo o simplemente me empuja para que no me de cuenta cuando el escruche, para sacarme algo que evidentemente le interesa. Siento que la sordidez de la situación generada por su locura me invade, haciendo que todos mis movimientos sean torpes y parezcan estudiados para molestarla. Nada puedo hacer por evitarlo porque ella allá, cerca de la ventana, está acercándoseme cada vez más.
Terminaremos por encontrarnos, para clavarme ella el puñal en una arteria y yo para escapar mirándome al espejo aunque sepa que ya todo es inútil. Ha matado mi imagen, ahora viene por mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario