lunes, 18 de enero de 2010

Espejismos de Marte – José Vicente Ortuño


Creíamos que Marte estaba desierto y lo llenamos de cúpulas geodésicas presurizadas, carreteras, tuberías, depósitos de sustancias toxicas, chatarra y basura; mucha basura.
El primer signo de la existencia de los marcianos fueron los sabotajes. Tornillos que se aflojaban. Fusibles que se fundían. Escapes de fluidos vitales para las máquinas. Sólo travesuras, nada que dañase a ningún ser humano.
Luego fueron las visiones fugaces. Sombras entrevistas en los reflejos. Pálidos espejismos en el metal bruñido. Corrientes de aire gélido en la oscuridad.
Pronto descubrimos que, utilizando dos espejos colocados en cierto ángulo, podíamos ver a los marcianos y sus ciudades. Observamos su cultura y fuimos incapaces de comprender una sociedad tan fantástica, que a los orgullosos humanos nos hacía parecer pobres cavernícolas menesterosos.
Abandonamos el planeta rojo convencidos de nuestra necesidad de evolucionar y el propósito de parecernos algún día a los marcianos.