Cuando los animales se dieron cuenta de su desnudez, conocieron la vergüenza. Ese sentimiento se les venía escabullendo desde la noche de los tiempos.
Tuvieron conciencia de su desnudez pero no sabían qué hacer al respecto. Su anatomía no les permitía confeccionar ropa, como a los humanos. Y la comunicación entre ellos –como se sabe- nunca ha sido muy buena.
El dilema que se les planteaba era inmenso. ¿Dónde conseguir ayuda?
Los animales se acurrucan en una pira gigantesca. No conocen aún el fuego.
Se extrañan ante la visión de esos colores nuevos, poderosos. El fuego les transmite la idea de poder y se maravillan. No saben que su final está llegando.
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