Mientras tiraba una moneda en su mano, el vagabundo me miró profundo y dijo con voz ronca “La vida es una sucesión de cifras; un mero postulado acerca de los números”.
Desde aquella tarde, mido mi vida en años, meses, días y semanas; doy vueltas junto al minutero, busco cifras claves para resolver cualquier enigma, evalúo la cuantía del amor y el sentimiento, sumo, resto, multiplico y divido pero todavía no he podido encontrar el teorema que descifre el tránsito azaroso de los hombres por la vida, ese viaje del cero al infinito.
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