Salió del coche a comprar el periódico y dejó a la pequeña Tiara en el asiento de atrás, afianzada en la sillita de viaje y jugando con un gatito de peluche. Sólo sería un minuto. Cerró el coche y anduvo rápidamente hacia el quiosco de prensa.
Nada más cruzar la calle, notó cómo se le rompía el corazón y caía al suelo. La gente se arremolinó a su lado y sus últimos pensamientos fueron para su hija. Nadie sabía que estaba allí.
Foto: Gaviotas de Puerto Montt, Nanim Rekacz
2 comentarios:
Es cierto que uno se puede esperar el final, pero la última frase es tan buena que redondea magistralmente el texto.
8
Quizás pareciera muy poco espacio para narrar una historia pero lo hiciste muy bien, me gustó mucho
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