La primera víctima suya apareció cuando iba por la decimoquinta. Habían tardado casi veinte años en descubrirla. Era, había sido, como todas, una mujer. Al ver la foto del esqueleto se sintió defraudado por la estética que había generado. El maxilar inferior colgaba sin gracia, dándole al cadáver un aspecto de persona que fue fotografiada durante una carcajada. Decían que habían encontrado, además, los huesillos de un feto. Eso era una novedad, pero pasaba tan poco tiempo con las víctimas que era comprensible. Corrigió la cantidad de muertos, pues era un buen cristiano y consideraba al feto una persona, y se prometió que de ahora en más cosería con alambres los maxilares para que no den ese aspecto frívolo al ser fotografiados y quedasen algo más circunspectos. La muerte es una cosa seria, caramba.
3 comentarios:
Desde luego, la muerte es muy seria, y usted la trata como merece.
Gracias! Es cierto, minimicemos la banalidad...
Un muerto desprolijo es como si estuviera vivo y al que no le importara nada el que dirán. Un poco de dignidad, por favor.
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