—¡Marte está lleno de marcianos! —gritó el astronauta mientras lo sacaban de la lanzadera inmovilizado con una camisa de fuerza—. ¡Os digo que Marte no está desierto, son invisibles para poder espiarnos!
—Denle un sedante y déjenlo dormir un par de días —dijo el médico de la Agencia Espacial Calagurritana—. El pobre diablo ha pasado por una experiencia traumática.
—Sí, ser el único superviviente de una expedición a Marte debe de ser terrible —dijo un científico bajito, calvo y monoceja.
—Además, volver solo en la nave es para enloquecer —añadió otro científico de aspecto tan anodino que no vale la pena describirlo.
—La mente humana tiene extrañas formas de reaccionar —intervino el camillero que ataba al astronauta con esmero.
—¡Vaya que sí, pero si no lo hubiésemos traído nosotros…! —exclamó un marciano, invisible a todos ellos. Pero claro, nadie pudo oírlo
2 comentarios:
Buenísimo. Me evocó la misma sensación que un fragmento de "Los hombres de la tierra" de Crónicas Marcianas.
hay tantas cosas que ignoramos!
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