La multitud, que se arremolinaba en los alrededores del edificio, comenzó a abuchear al hombre que acababa de saltar al vacío desde el piso 93.
—¡Cobarde, farsante! —gritó, con las manos haciendo de bocina, el hombre del maletín de piel.
—¿Para esto nos tienes esperando? —vociferó la mujer del caniche.
El resto de los congregados ululaba afeando la conducta del suicida arrepentido. Éste, tras saltar al vacío, había desplegado un paracaídas con la enseña de la compañía a la que representaba.
A la altura del piso 71, iban a llevarse una sorpresa. El entonces supuesto suicida pasaba las cuerdas del paracaídas alrededor de su cuello.
Poco después se posaba sobre el firme de asfalto, con la lengua colgando hacia el lado derecho entre sus labios.
—¡Bravo, bravo! —los vítores del gentío se mezclaron con aplausos.
Se dispersaron, satisfechos de que la espera había merecido la pena.
Acerca del autor:
http://grupoheliconia.blogspot.com/2010/11/javier-lopez.html
Acerca del autor:
http://grupoheliconia.blogspot.com/2010/11/javier-lopez.html
3 comentarios:
Muy bueno, Javier. ¡Me gustó mucho!
Saludos!
Muy bueno, Javi. Como escrito por un productor de noticiero de televisión conocedor de lo que la gente gusta de ver.
Gracias a los dos.
Es un poco el reflejo de lo que a la gente le gusta consumir hoy en noticiarios, realities y similares: la miseria y la desgracia ajena.
Publicar un comentario