La de hoy me recibe como todas las anteriores, seductora, desnuda, indefensa, entregada por completo a mi voluntad. La observo, la acaricio, clavo mis uñas en su pálida piel... y ella aguarda sin palabras. Me encantaría colmarla, como he hecho con otras, pero no, hoy no puedo ser generoso con ella, no puedo prodigarme. Nada de preliminares. Debo darme prisa, alcanzar rápido esa sensación de placer que siento siempre después de la descarga. La situación lo exige.
Terminada la contienda, aliviado, la dejo encima de las otras hojas, con nueve renglones escritos y el punto final colocado, y me fumo un cigarrillo a modo de festejo. La escritura es mi única terapia.
3 comentarios:
Bravo Víctor! sorteaste la dificultad fantásticamente! Me gustó mucho!
Saludos!
Cuánto erotismo en una hoja en blanco.
Excelente como siempre, Víctor.
Qué de coincidencias! Tengo un texto muy similar, se llama "Luminosa blancura", lo trabajé en un taller en Neuquén en el 2003. No lo publiqué en mi anterior libro de minificción (Cuentos Pendientes, 2007), porque era demasiado largo (346 palabras), pero recorre un camino bastante parecido. Me gustaría que lo leyeras, para que te sorprendas, como me sorprendí yo...
Eduardo Gotthelf
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