Es un día soleado, se podría decir que precioso. Pero ni él ni ella pueden apreciarlo, quizás los gritos de los que pululan por ahí. Algunos insultos, algunos abucheos, no se entiende demasiado bien lo que sucede. Ella está ahí, acomodada con una delicadeza impensada, como si esperara algo. Se la ve triste, un tanto desconectada de todo lo que la rodea.
—Desde que nos separamos, no siento nada —dice ella, la cabeza, colocada en la cesta.
Él, cuerpo a medias, incómodo en el cadalso, solo se contorsiona un poco, sin saber muy bien qué quiere decir.
Tomado del blog: http://memoriasdeldakota.blogspot.com/
http://grupoheliconia.blogspot.com/2010/11/alejandro-bentivoglio.html
—Desde que nos separamos, no siento nada —dice ella, la cabeza, colocada en la cesta.
Él, cuerpo a medias, incómodo en el cadalso, solo se contorsiona un poco, sin saber muy bien qué quiere decir.
Tomado del blog: http://memoriasdeldakota.blogspot.com/
http://grupoheliconia.blogspot.com/2010/11/alejandro-bentivoglio.html
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6 comentarios:
Hay separaciones de mutuo acuerdo. Otras son tan traumáticas como ésta.
Me gustó.
Eso es a lo que yo llamo una ruptura traumática...
bravo Alejandro...
Excelente como esta relatado.
No es facíl poner en palabras lo que se siente en una ruptura, pues lo has logrado Alejandro.
Felicitaciones
Excelente. Solo me gustaría agregar que como siempre, ellas tienen la última palabra.
Siempre hay alguien que sale perdiendo más que el otro, en este caso, la cabeza pensante sufre y el tronco ignorante sigue feliz en su ignorancia.
Lo que me parece, es que es una separación irremediable... El texto, ¡buenísimo!
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