Cuando dejé de escribir hice felices a muchas personas.
Los críticos se sintieron aliviados por no tener que leer mis textos para hacer sus reseñas en el semanario dominical. Nunca entendían lo que quería decir, e interpretarlo les suponía un esfuerzo extra, acostumbrados a trabajar poco y cobrar bastante.
Mi esposa es quizá la que más lo celebró. Se terminaron los días y las noches encerrado en la biblioteca, desatendiendo a mis hijos, de los que llegaba incluso a confundir sus nombres y, por supuesto, a olvidar las fechas de sus cumpleaños.
Pero como dicen, nunca llueve a gusto de todos. Y se me cae el alma a los pies cada vez que entro en la biblioteca y veo a los que fueron mis personajes apilados en un rincón, empequeñecidos, inexpresivos y con la cabeza gacha, esperando a que vuelva algún día a apoyar el lápiz sobre el papel.
Javier López
5 comentarios:
Como siempre que leo tus textos, Javi, me he maravillado. Una síntesis perfecta para producir un efecto contundente. Te escribo en privado porque me diste una idea.
Pues... qué maravilla. Me llenan de ilusión esas palabras, y son un verdadero estímulo.
Ya mismo estamos con esa idea.
Javier: Es buenísimo tu texto, te felicito !!!
Espero que no te vuelvas un ex-critor de verdad...
Muy buena idea y bien resuelto. te felicito Javier
Mi más sincero agradecimiento a las dos, Adriana, Ada Inés.
Un saludo.
Javi.
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