—Hagamos esto: vos te hacés el muerto.
—¿Cómo?
—Tengo un extracto de amonita que reduce los signos vitales al mínimo durante un par de días.
—Bien. ¿Y después?
—Voy a la cueva, digo: “Lázaro, levántate y anda” y se habrá producido el milagro.
—Eso es fuerte. ¿Y luego?
—¡Ni idea! Si sale bien pensamos algo.
—Va a ser divertido.
—¡Ya lo creo!
—¿No será peligroso?
—Sin un poco de riesgo no hay emoción.
—Eso es verdad.
Sobre el autor: Sergio Gaut vel Hartman
3 comentarios:
...estarian aburridos?...
un abrazo
Cristo tenía 32, Lázaro menos. Eran unos muchachones. Pablo los solemnizó al fabricar el cristianismo, pero lo cierto es que estaban aburridos y querían divertirse. Como no había tachos que patear, ni timbres que tocar y salir corriendo...
si hubiese existido facebook no existiría el cristianismo...
genial Sergio!
Publicar un comentario