Mi vecina es una leona. Se pasa el día zanganeando y presumiendo sus curvas. Ruge encantadoramente y quedo alborotado.
La gorda sierpezota del otro lado husmea cuanto sucede alrededor, deslizando, descortés, su larga lengua. Los de enfrente, no hacen otra cosa que alardear de sus cuernos, altaneros y desvergonzados. En la esquina, he avistado unas zorras jóvenes, guapísimas.
Desde que un turista descuidado ha olvidado cerca de mí estos catalejos, he descubierto un mundo nuevo. Como menos bananas y me entretengo más, desde mi jaula.
Tomado de: http://facalderari.blogspot.com/
6 comentarios:
Excelente!
Ciertamente, qué aburrida ha de ser la vida desde una cárcel zoológica, sin haber cometido crimen alguno, y sin fecha cierta de salida.
Ups...creo que el comentario bien puede ser germen de una microficción...
Me ha gustado mucho.
Un texto lleno de posibles sentidos y metáforas. Y como siempre los animales sirviéndonos de ejemplo, de modelo, de trasunto de nuestras propias vidas.
Me gusta porque es imposible no identificarse con el protagonista.
Lo único libre son los ojos.
Eso! Comentarios dan lugar a microficciones... una posibilidad de la lectura... bien
Gracias a todos por sus gentiles comentarios. Saludos cordiales.
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