La quería demasiado, casi dos veces lo común para estos casos. Y su desilusión fue al mismo tiempo demasiado grande: casi tres veces lo normal en tales ocasiones.
Su vida quedaba vacía, sin sentido, oh, ahora que comprobaba la inutilidad de todo amor. Buscó entre sus cosas la pistola, y pensando cómo descerrajarse un tiro en pleno pecho, recordó sus cursis palabras prometiendo lo imposible, las citas, los encuentros. Y de esos argumentos surgió un hermoso bolero, y quedó olvidada la pistola y la mujer también fue olvidada. Es un gran compositor, decían después los críticos.
1 comentario:
De los fracasos y de las desilusiones también se aprende. Buen texto, Saturnino.
Un saludo.
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