Hoy volví a verlo, debo decir que lo que narro lo vi con mis propios ojos. El cuervo bajó a beber de la fuente de la ninfa, se dejó tomar otras cuantas fotos porque sabía que de todas maneras me saldrían mal y volvió a volar a su balcón en el tercer piso. Se metió entre las macetas para ponerse a la sombra.
Me quedé por ahí para verlo salir de nuevo, pero una sombra gris y ominosa desde la ventana me miraba con ojos abismalmente humanos. Sentí miedo y me fui, prometiendo volver aun a sabiendas de que esa sería mi última visita a la fuente.
4 comentarios:
Un toque misterioso Héctor, aunque adivino sombras de vida y de muerte...
la señora que habita en ese segundo piso, cuando tiene sed, vuela hasta la fuente o bebe de lo que le lleva el cuervo en el pico, elija Javi
Cuento de mucho misterio que dice mucho ewn pocas palabras. Impuramente químico como corresponde a alguien que se atreve a elogiar lo inútil.
Me parece que conozco a alguien químicamente impuro que conoce bien el valor de lo inútil... Se respiran aromas de aloja por acá... que no es aloha ni que se aloja a los peregrinos, dicho para quien no haya cursado estudios cercanos al trópico de Capricornio...
Publicar un comentario