Viviré sólo para sentir cómo mueres entre mis manos.
Y el asesino lo apretaba, quería comprimirlo, sacarle hasta el último aliento. Pero nunca lograba estrangularlo completamente. Una y otra vez, el acordeón testarudo recuperaba su antigua forma para desesperación del músico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario