Mi hija llora desconsoladamente, reclamando su ración nutricia. Y como lo único que tengo a mano, además de besos y mimos, son varios libros de poemas, abro uno y comienzo a leerle algunos versos. Temporalmente cesa su llanto, encantada por el ritmo y la tonalidad. Pero al cabo continúa, más allá de mi declamación exaltada.
Después llega mi mujer y la prende a sus pechos. La niña ha encontrado su lugar. De inmediato terminan sus lágrimas y se aplica disciplinadamente a succionar. De lo cual infiero que la poesía es un gran alimento, pero nada definitivo.
5 comentarios:
Buena deducción de Saturnino. Aunque creo que la poesía sí alimenta, pero el espíritu, no el estómago. Y la niña tenía hambre, pero de comida, no de letras.
Un saludo.
Talvez uma outra pequena ficasse satisfeita com poemas, uma outra com música... esta estava bem plantada em suas necessidades físicas.
Cada um é um universo especial.
Que pai maravilhoso criaste!
A menudo me imagino a las madres sabiendo que no hay nada tan real como el dolor y la vida de un hijo. No importa cuánto de poesía y belleza haya en su vida, no importa lo profundo que navegue con la imaginación. Si un hijo llora, la vida estira de la falda.
que profundo!coincido con Victor...la poesia es el alimento del alma-o intelecto-.y no es absoluto porque en realidad es artificial...es decir, si fueramos salvajes, si no tuvieramos la palabra, no lo necesitariamos...
buena entrada.
Publicar un comentario