El más fuerte, tarde o temprano se da de bruces con la horma de sus zapatos, y será lanzado por los aires.
El más rico, el más acaudalado, hallará un hueco antropófago en la madre tierra que lo deglute todo: carne, huesos, memoria, riquezas...
La mujer más hermosa topará con otra que le sobrepuje en belleza y entonces estará abocada a romper su espejo.
El más sabio se sentará sobre un hormiguero y confirmando la regla confuciana continuará sentado en él hasta que las hormigas lo devoren.
Sólo el más bondadoso, el que ama más, no teme encontrar quien sobrepase su capacidad de amor y bondad, porque entonces habrá puesto un alto en el camino, seguramente creerá haber dado de pronto con un sucedáneo divino o con el mismísimo Dios en persona.
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