Cuando reconstruyeron la mente del crítico literario en una máquina, ésta empezó a expresarse como sólo lo saben hacer las máquinas: con números.
—Uno dos tres, Seven, Eleven, Treinta y tantos, Trescientos, Mil novecientos ochenta y cuatro, Mil novecientos noventa y nueve, Dos mil uno…
Sobre el autor: Antonio J. Cebrián
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