sábado, 5 de diciembre de 2009

A merced del oleaje - Javier López


Cuando los guías se disponen a llevar a los turistas a visitar las pirámides cada mañana, antes tienen que consultar con el Instituto Meteorológico de El Cairo para saber cómo soplaron los vientos durante la noche. Entonces, sobre el mapa realizan complicados cálculos con reglas y compases, y sobre el terreno utilizan  sextantes. Dependiendo de la dirección del viento, las arenas del desierto se han movido como las olas del mar durante la noche. Y las pirámides, al compás de éstas, podrían aparecer hoy en cualquier lugar.

1 comentario:

Oriana P. S. dijo...

Los antiguos se guiaban de las estrellas y el viento para navegar el desierto en ellas, buscando siempre el más bello de los oasis donde naufragar.

Muy bueno, Javier.