Los astronautas llegaron con toda la intención de desactivar la parafernalia de micrófonos, parlantes, sintetizadores y demás, que habían instalado en Monte Olimpo para escuchar los movimientos geológicos marcianos. Desde hacía décadas escuchaban ruidos parecidos a langostas repiqueteando en los micrófonos. Cuando llegaron ahí vieron el alucinante desayuno de los exgetas con los restos de un obiton clonado y comprendieron qué le habían hecho antes de comenzar a deglutirlo. Pero ya era tarde, habían dejado los escudos de supertitanio en la nave.
Imagen: Tabu 2 de Boris Indrikov
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