¡Imbéciles! No hay quien los entienda. A Rafa lo dejé por celoso, no me permitía hablar ni con el conductor del autobús. A Juan porque no pensaba más que en el fútbol y una noche de un puntapié casi me rompe la tibia. A Víctor porque era demasiado zalamero, quería besos todo el tiempo. A Fran, por lo contrario. Nunca me daba uno. Y así voy aumentando la lista. Anoche conocí a David, parece un buen chico. Dice que es microrrelatista y por si acaso le he dejado claro que a mí el tamaño sí me importa.
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