Encontramos a Ettore Majorana tocando el banjo en el puente, recibiendo las monedas de los turistas. Charlie Chaplin cantaba usando el megáfono de bronce que perteneció a Al Jolson. Entre los músicos, Niels Bohr se deshacía los dedos con hermosos dedales en la tabla de lavar y Al Einstein la rompía con una trompeta deslustrada que sonaba magníficamente. El Dixie los unía en un alegre conjunto en el que los otros dos preferimos no decir quiénes eran. En un momento que se dieron cuenta de que los reconocimos, nos comentaron que esta modesta tarea la aprendieron con Franz Kafka, quien, lamentablemente, los dejó un día nadando aguas abajo por el Moldava.
Imagen: Commander de Boris Indrikov
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