Salió de su casa aquella mañana y miró al horizonte. Pensó que si avanzase continuamente, daría la vuelta al mundo y llegaría al mismo lugar donde se encontraba. Entonces sintió deseos de hacerlo. Cerró los ojos y giró ciento ochenta grados. Ahora estaba mirando a la puerta de su casa. Siguió girando, y cuando al fin había completado el círculo, su ego le hizo sentir que había conseguido dar la vuelta al mundo.
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