Esta mañana he vuelto a encontrar la tapa del váter levantada. Su excusa es que a esas horas tiene prisa y no se da cuenta.
Claro que debe ser por eso que también deja la pasta de dientes sin tapar, el albornoz sin colgar en la percha, el pijama con las zapatillas esparcidas en el suelo del pasillo camino a la cocina, el tetrabrik de leche fuera del frigorífico, el bote de mermelada sin cerrar y la taza del café, lejos del lavavajillas.
¡Qué desastre!
Esta mañana, además, en la puerta cuelga una nota:
“Cariño, se me acabó el tabaco. Te tomé prestados tus dos últimos cigarrillos. Te quiero.”
Tomado de No Comments
Ilustración: "La gitana dormida", de Henri Rousseau
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