martes, 21 de diciembre de 2010

Drácula solarizado – Héctor Ranea


Drácula se sentó en el Bar El Castillo en la Plaza Franz Kafka. Su garganta estaba reseca y caliente, tanto que cuando le trajeron su litro de Pilsener al acercársela a los labios evaporó la mitad con su aliento; el fluido fue una mezcla viscosa y salobre que sólo él podía disfrutar. Comenzó la lectura del itinerario kafkiano en Praga. La sed lo estaba matando. No estaba acostumbrado, aunque usaba ropa ligera y de colores claros. Tomó tres litros, así que estaba alegre cuando comenzó la caminata. Pronto estuvo frente a la Sinagoga española. Al ver la estatua que representaba a Kafka no pudo contenerse y se abalanzó contra ese cuello. Tan caliente estaba el vampiro que lo fundió bebiéndose algo más de tres litros de bronce. Sintiéndose mejor, y ante la mirada atónita de los paseantes, se perdió entre los turistas que entraban en el Barrio Viejo.

3 comentarios:

El Titán dijo...

que raro que no se sintiese mal despues de ese trago...

©Claudia Isabel dijo...

Se ve que no tiene gastritis; lo envidio :(

Ogui dijo...

Es la vida tranqui que se puede llevar en Praga con un poco de buena voluntad...