miércoles, 18 de mayo de 2011

La mirada del ángel - Diana Sánchez



No tiene ojos de tímido. O de perverso. No entorna los párpados. Ni frunce las cejas. Mira de frente. Directo a los ojos de los otros. Nubecitas o estrellas se reflejan en los iris del ángel. La luna.
A veces el amarillo le llena los ojos y se vacía de color en los ojos de los otros. En los ojos ajenos. Es en ese momento cuando el ángel se detiene, y busca a los ciegos. En especial, a los de los ojos blancos. El ángel les roza las manos. Y ellos saben adónde mirar. Hay color en la mirada del ángel. Apenas unos segundos y los ciegos se llenan de color. Y de calor.
Entonces, por lo menos hasta el final de la calle caminan seguros, sin el bastón. Los ciegos.

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